En el verano de 2000 el Rototom Sunsplash da otro salto escénico y traslada su sede a Osoppo (Udine). Si Lignano supuso su ‘profesionalización’ y consolidación como evento cultural y musical de referencia en Italia, Osoppo es decisivo para pasar de encuentro nacional a festival europeo. Su proximidad a Austria, Eslovenia y Alemania amplió las fronteras del certamen y equilibró el hándicap del aislamiento geográfico de esta pequeña localidad de 3.000 habitantes.
Sobre los 250.000 metros cuadrados del Parque Rivellino de Osoppo el festival adquiere las dimensiones que le han acompañado hasta la actualidad. Se reformula como destino vacacional al pasar de cuatro a ocho días (y posteriormente a nueve y diez jornadas) con una diferenciación clara entre el festival con actividades ‘de día’ –los conciertos se espacian- y el nocturno, con protagonismo musical absoluto. Destaca su zona de acampada, en pleno parque natural y a los pies de los Alpes, que favorece los momentos de encuentro y socialización entre los miles de asistentes procedentes de todo el mundo -150.000 personas de media en sus diez ediciones consecutivas en Osoppo- y ayuda a forjar el sentimiento de pertenencia a la familia Rototom. A crear la atmósfera de pacifismo, tolerancia e interculturalidad que definen la cita. Aumentan los escenarios (Showcase, Dub Room) y el cartel sigue incorporando a los grandes de la escena reggae, con eventos exclusivos en Europa, y a promesas del género jamaicano.
Toman forma las áreas extramusicales, avaladas por la amplitud del espacio: el Foro Social, dedicado a conferencias y debates con sociólogos, políticos, religiosos e intelectuales; African Village y Vivir la Energía −hoy Pachamama− con sesiones de capoeira, cursos de percusión y danza africana; espacios para meditación o seminarios dedicados a la medicina natural y a la filosofía rasta; o zonas con talleres creativos para niños. Se gesta también la Reggae University, para el intercambio de experiencias entre artistas y público.
Osoppo lleva además aparejado un cambio en la estructura organizativa, con equipos más especializados −se crea el Media Office− que incluyen a colaboradores europeos y una incuestionable proyección internacional ligada al incremento de público extranjero. La web se traduce a siete idiomas (inglés, italiano, francés, español, portugués, esloveno y alemán) y se organizan rutas en bus entre varios países.
La promoción de la cultura reggae se plasma en iniciativas como el Reggae Contest Europeo dirigido a recoger el talento de bandas emergentes (2002-2015).
El sistema de autogestión del proyecto Rototom Sunsplash –basado en la obtención de ingresos únicamente mediante la venta de entradas y con ausencia de patrocinadores- se revela efectivo en esta fase. En 2003, una década después de su puesta en marcha, el festival pone a cero su deuda. Ese mismo año deja uno de los conciertos para el recuerdo, por su hipnotismo e intensidad, en la historia del Rototom: el de Burning Spear.
El momento dorado del Rototom Sunsplash en lo que a música, público y proyección se refiere se ensombrece con la persecución política y judicial que empieza a sufrir por parte del gobierno, en manos de la derecha. La fusión y convivencia de culturas que promovía el certamen chocaba con la política de cierre de fronteras del discurso nacionalista de Silvio Berlusconi y sus socios de la Liga Norte. La situación se tornó más compleja tras la aprobación en 2006 de la Ley Fini-Giovanardi, declarada inconstitucional en 2014 y que, entre otras cuestiones, preveía hasta diez años de cárcel por tolerar el uso de drogas como el cannabis en el interior de espacios destinados a actividades de ocio y culturales. La ley criminalizó la actividad del certamen –absuelto en 2015- hasta el punto de forzar su traslado de Italia a España.