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La música que nos emociona a menudo tiene el poder de hacernos viajar virtualmente sin que nos movamos de donde estamos y de recordarnos épocas pasadas. Y el gran eclecticismo de esta tercera noche del Rototom 2022 tuvo la capacidad de llevarnos a muchos lugares y épocas diferentes.
La primera parada fue la cuna del reggae en un momento crucial en el desarrollo de la tradición de la música que más nos gusta. Este año suele ser habitual que los maestros del roots @ culture jamaicanos actúen en primer lugar en el escenario principal. Y anoche le tocó al legendario Max Romeo abrir el baile. A sus 77 años, Max es uno de los artistas jamaicanos más longevos. Y sus numerosos éxitos para diversos productores lo convierten en uno de los artistas de reggae más célebres de todos los tiempos.
Grabó su mejor material bajo la dirección del brillante Lee Perry, el visionario productor, uno de los verdaderos creadores de la música jamaicana cuyo fallecimiento en 2021 a la edad de ochenta y cinco años ha dejado un vacío insalvable en los corazones de los verdaderos aficionados al reggae.
Vestido de blanco y con sus largas rastas plateadas sueltas a la espalda, Max  apareció anoche en plena forma al frente de su Charmax Band para comenzar el concierto con excelentes temas de su reciente discografía y demostrar que su gran prolificidad también se aplica a nuestros tiempos.
Clásicos de su discografía, como ‘Three Blind Mice’ y ‘One Step Forward’, no se hicieron esperar, y poco después, todo el público estalló al son de ‘War Inna Babylon’, un auténtico himno de los turbulentos años setenta jamaicanos, ensangrentados por una sangrienta guerra civil entre facciones a sueldo de los partidos políticos.
Desde hace años Max promueve la música de sus dos hijos, Xana y Azizzi. Mientras que Xana también subió anoche en solitario, horas más tarde, al escenario del Lion Stage, Max llamó a escena a Azizzi, de 23 años, que dejó una buena impresión en la massive con dos temas en los que mostró su gran versatilidad.
Tras este segmento, fue Max quien regresó para emocionar a todos los presentes con una excelente versión del clásico ‘Chase The Devil’ y concluir su bello set a ritmo de stepper con una interpretación de ‘Uptown Babies’, otro tema de esa obra maestra de 1977 que es ‘War Inna Babylon’.
La segunda parada de la noche tuvo que ver con la España de la época actual con el fenómeno reggae Morodo, una actuación muy esperada por el público español del festival.
A base de trabajar duro en una serie de grandes discos, el último de los cuales es ‘Luz’, de 2020, Morodo ha logrado construirse una gran reputación, no sólo en España, sino en muchos países de habla hispana de Sudamérica. Y su talento se expresa en una mezcla de sonidos roots que tienen como referente los años 2000 jamaicanos, pero también sonidos influenciados por el hip hop, el dancehall y el pop.
Todo esto se vio anoche resaltado en el Main Stage por un espectáculo enérgico en el que todas sus letras fueron cantadas al unísono por el numeroso público que copaba las primeras filas.
La larga historia del Rototom Sunsplash está salpicada de conciertos de artistas africanos que, pese a ser a menudo ajenos al mundo del reggae, hacen evidente el parentesco de la música jamaicana con los sonidos del continente que fue la cuna de la civilización y que ahora reclama revancha tras siglos de sangre derramada y explotación.
Así, el viaje de la noche del jueves continuó para llevarnos al Mali contemporáneo de la mano de una notable embajadora de la cultura africana, revelada a través de diversas disciplinas como la danza, el cine y la música: Fatoumata Diawara.
Es difícil expresar con palabras el impacto que produjo esta artista en el público del Rototom: Fatoumata, radiante con su traje africano y sus fascinantes movimientos en el escenario, logró cautivar absolutamente al público. A lo que sumó su aspecto regio cuando cogió la guitarra para convertirse en la pieza central de una banda que ya era totalmente poderosa, incluso sin su contribución.
Además de las influencias musicales de la cultura maliense en su música, también hubo grandes dosis de afrobeat, blues, jazz e incluso rock en el salvaje entrelazamiento de su guitarra con la del otro guitarrista de la banda. En el transcurso de su inolvidable concierto, destacaron referencias como las que realizó a Fela Kuti, padre de la música africana moderna, o a la heroína de la tradición militante afroamericana Nina Simone. Y, además, en el discurso que realizó para presentar una de sus mejores canciones, la voz de esta carismática artista se convirtió también en la voz de las mujeres de todo el planeta que trabajan de manera activa para cambiar el mundo y arrebatárselo a la hegemonía masculina.
La última parada de la noche nos llevó al dancehall jamaicano contemporáneo con el esperado concierto de una de sus estrellas mundiales más aclamadas: Sean Paul.
Tras un largo aprendizaje, Sean irrumpió en la escena mundial muy joven, en 2002, con los éxitos de su álbum ‘Dutty Rock’. Desde entonces hasta ahora, ha conseguido mantenerse en la cresta de la ola del dancehall en todo el mundo y ejemplo de ello es su último álbum, ‘Scorcha’, publicado este mismo año.
Su espectáculo, construido con gran profesionalidad, tuvo todos los ingredientes del dancehall, es decir, una gran sensualidad, expresada entre otras cosas por los movimientos de dos atractivas bailarinas, así como una energía extraordinaria.
Su onda sonora logró invadir a todo el público de vibraciones positivas. La aclamada ‘Get busy’ apareció entre los primeros compases y, durante el resto del concierto, Sean Paul no escatimó a la hora de encadenar una serie de éxitos hábilmente construidos que combinaron canciones del pasado con los temas más conocidos de su repertorio más reciente.
Un show que logró satisfacer a todo el mundo y que, para los que todavía tenían suficiente energía, concluyó con una gran fiesta en la Dancehall Yard del festival al finalizar el concierto.

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