19 agosto 2019
Unas conchas y una piña de colores. Muchos colores, tantos como Aitana ha querido que tenga. Incluso se podría decir que tantos como lleva en su camiseta (y cara) cuando ha salido de MágicoMundo. Ella no lo sabe, pero ya sentía las vibraciones del reggae y del Rototom Sunsplash estando en la tripa de su madre. Tiene 3 años y medio y sigue disfrutando de un festival que, literalmente, la ha visto crecer (y viceversa). Sus primeras patadas fueron al ritmo de Chronixx y su “Smile Jamaica” y su primer concierto en el festival, el de Marcia Griffiths en 2016; este año los volverá a ver y escuchar sobre el Main Stage. MágicoMundo, Rototom Circus y Teen Yard son las áreas en las que niños y niñas y jóvenes pueden disfrutar de una programación tejida a medida. Talleres, actividades culturales, zonas de juegos, conciertos… Su propio Rototom.
Aitana ha estado toda la tarde jugando en los talleres de MágicoMundo; y es que el área se reparte en distintas zonas por temáticas y actividades. Desde una piscina hasta una mini-playa, juegos de madera, zonas de descanso… Está aprendiendo y, a la vez, conociendo a niños y niñas de distintos lugares del mundo. Explica con una sonrisa infinita en la cara que también tiene una piedra que ha pintado su padre (los adultos, que nunca dejan de ser también niños). Está esperando a su amigo, Martí. Él también se conoce (y recorre) el festival prácticamente como la palma de su mano; y es normal, sus padres son fotógrafos. Le cuenta que lleva la cara pintada como una sirena. No se le puede negar, ¿o alguien sabe cómo es de verdad la cara de una sirena?
Son ya 26 años festivaleando en familia. Consiguiendo dar forma a un festival en el que el público infantil y familiar se siente realmente cómodo. La programación específica de sus áreas hace que sea posible, por ejemplo, que niños y niñas puedan escuchar los cuentos del Amazonas de la líder indígena Sonia Guajajara bajo las sombras de los árboles y dejarse llevar o las carcajadas, aplausos y expresiones de sorpresa que se escuchan desde el Rototom Circus. Incluso el lema de esta edición, Stand up for Earth, llega hasta ellos en forma de talleres de reciclaje. Y no solo eso, una vez pisan el festival es sumamente fácil que se sientan cómodos en cualquier otra área: conciertos, African Village, Pachamama, zona gastronómica, Mercadillo e incluso en el Mercado Artesano, que abre su programación de talleres al público infantil. También desde la Teen Yard, el nuevo espacio del festival pensado para el público adolescente. Un lugar en el que es posible, por ejemplo, que un grupo de jóvenes den forma a su propio programa de radio mientras otros aprenden a hacer skate en las rampas; también talleres de producción musical, redes sociales, poesía, fotografía…
Tanto por su contenido como por su continente, el Rototom hace que vivir la experiencia de un festival sea posible. También a través de su política de precios, ya que los y los menores de 13 años no pagan entrada. Además, las familias pueden disfrutar de una zona de acampada pensada especialmente para ellas. Aitana ya se ha puesto sus auriculares para poder ver los conciertos y Martí corre por el recinto junto a la batucada. El mini-león también ruge para ellxs.
Asun Pérez